A lo largo de nuestra historia la sabia consigna de que el pueblo unido jamás será vencido, ha sido más de las veces, una aspiración. Ciertamente hubo momentos en que estuvimos cerca de lograrlo, pero han sido más los períodos de división o profunda dispersión.
Incluso la noción de pueblo, tras el golpe militar se convirtió en una palabra prohibida. Después, en la post dictadura “pueblo” fue reemplazada por la palabra “gente”, no había pueblo ni pobres, y por años todos creímos ser de la clase media…
Ahora, y como otro logro del estallido social, empezamos a escucharnos con la palabra pueblo.
Sin profundizar en todo lo que este concepto implica en este Chile de hoy, quisiera retomar la idea de la enorme tarea que implica unir al pueblo.
En momentos en que la triple crisis (económica, política e institucional) y la catástrofe sanitaria remecen a nuestra sociedad, asistimos a un proceso para delinear un proyecto país expresado en la forma de una nueva constitución.
Frente a una derecha unida en una lista pero en realidad políticamente dividida, nosotros nos lamentamos culposos por la dispersión de candidaturas y listas que concurren separadamente a este evento electoral.
Sin embargo, somos de los que pensamos que tras esta imagen hay que saber identificar los signos de lo nuevo, y lo que puede encaminarnos una vez más, en la tarea de unir al pueblo.
Aquí, pero también más allá, desde movimientos sociales y organizaciones territoriales emergió la voluntad de participar con voz propia en la gestación de proyectos para un nuevo Chile.
Así desde la autonomía y la independencia de partidos tradicionales y padrinazgos figurativos o económicos, surgieron las candidaturas de los movimientos sociales.
Más aún, elaboraron su sustento en programas y proyectos que sin ser idénticos entre sí (y no tendrían por qué serlo), producto de un trabajo colectivo han logrado expresar en n conjunto la diversidad de intereses y necesidades de sus territorios.
En sus despliegues y multiplicidad de tareas se han reunido centenares y miles de nuevos protagonistas, que con escasos recursos pero mucha creatividad y empuje despliegan su convocatoria en sus comunidades.
Así, nuevas formas de organización social y política, plasmadas en programas y proyectos y expresadas en miles de voces y rostros, se van gestando las bases que cimentan nuevas formas de unidad del pueblo.
Pero… siempre hay un pero… esto será a condición de que demos los pasos para acercarnos unos a otros, y que al fragor del proceso constituyente y de la deliberación generalizada, avancemos más allá de nuestros espacios locales a reconocernos y encontrarnos a lo largo y ancho de nuestro país.
El Viejo Topo- Abril 2021