Todo dado para que los pueblos orienten el futuro

Antes de las elecciones del 15 y 16 de mayo, analistas y “expertos” electorales pronosticaban una bajísima votación, predecían un resultado favorable para la derecha por ir en una sola lista y un fracaso para las múltiples listas independientes.Tras los resultados, tanto los partidos tradicionales como sus expertos, están en shock, pero ¿Por qué?

A primera vista el fracaso es evidente, las listas independientes irrumpieron, la derecha no estuvo ni cerca de alcanzar el tercio de la convención y la ex concertación fue el pacto menos votado, lo cual muestra la ya obvia agonía de los pactos políticos conservadores. Pero si los partidos tradicionales siguen teniendo poder formal en las instituciones, ¿Por qué tienen pánico? ¿A qué le temen? No se trata sólo de una Constitución que promueva los cambios sociales, pues los resultados marcan un antes y un después en los límites de la democracia y el acceso a la política. Está claro que nadie quiere a la élite política, pero temen que además el pueblo no los necesite.

Analizando la composición de la Convención Constitucional, vemos que los militantes de todos los partidos políticos juntos suman solo 65 de los 155 escaños, 84 menos que en la cámara de diputados (que utiliza el mismo sistema electoral), lo cual demuestra que con todo en contra, el fenómeno social expresado en el estallido social logró consolidarse en una convención que marcará las reglas y funciones de la política institucional.

En términos socio-políticos estos resultados, aunque no aseguran nada, provocan profundas grietas en la lógica de una democracia desde las élites, e instalan un terreno radicalmente más fértil para que la ciudadanía y el mundo popular protagonice la democracia y redefina todo lo que sea necesario.

 

El Nuevo Topo – Mayo 2021