QUÉ PASA EN EL BARRIO:

Entérate de las novedades de La Florida

Así como entre nos

La vida personal, la acción y el compromiso “político”.

Me pasa algo super curioso: Pasa que a lo que respecta sobre procesos políticos y lo que he visto tanto en la vida personal como en el conjunto de llamados a protesta, bloques, militancia o acciones concretas, siempre existe una ausencia de masividad. A excepción del denominado “estallido social”. Que fue bastante masivo. De eso no hay duda. Pero de lo que tampoco existe duda, es la baja participación que se manifestó desde el momento del “acuerdo por la paz”.

Podríamos culpar a la pandemia – como plan reptiliano universal por el control de las masas con el fin de evitar el despertar generalizado-, o podríamos ir más allá y pensar en la vida personal. El valor de la vida personal.

Este valor es intransable. Y es, creo yo, el caballo de troya de todo proceso político que rompa con la tranquilidad diaria de la producción mercantil. Es el caballo de troya que rompe toda voluntad de organización concreta y perdurable en el tiempo.

Pero ¿por qué? Bueno, porque el tiempo es lo más preciado que tenemos. Es la intangibilidad de nuestra libertad. Poder hacer con él lo que se nos plazca. Y que, paradójicamente, en su mayoría no nos pertenece.

Irónicamente, al igual que el agua en chile, el tiempo (algo completamente intangible dentro del ideario humano) es objeto de valor bursátil.[1]

La mayoría del tiempo es destinado al trabajo. Pero ojo, el trabajo no es malo. El trabajo es el mecanismo para lograr lo necesario. Es lo que impulsa nuestras vidas. No desde el punto de la explotación, sino desde el hecho, la acción. Pero lamentablemente para la mayoría de los mortales, este trabajo implica enajenación. Implica estar aislado produciendo. Pertenecer simple y llanamente al engranaje productivo.

El trabajo común y corriente que la gran mayoría vive es resultado de la venta del tiempo personal. Es resultado del valor agregado que la bolsa le entrega a nuestra fuerza productiva. Lo que es peor aún. Es un valor ajeno a nuestra realidad. Un valor impuesto que no tiene nada que ver con vuestra persona. Es un valor impuesto por el territorio al que perteneces y quienes lo manejan económicamente. Es vuestra marca de clase.

En el fondo ¿Quién en su sano juicio entiende realmente la subjetividad económica? Al menos – creo yo- muy pocos de quienes leen esta revista, por no decir nadie, posee un magister en economía global y pueda hacer algo al respecto.

Entonces, claro que la vida personal posee un alto valor. ¡Claro que sí! Porque es lo que nos da de comer. Es nuestro negocio levantado a la fuerza. Es nuestro banco personal. Y mientras más tiempo logremos vender y a mejor precio, ¡Genial! Lamentablemente no a todos se les da esa característica. La mayoría tiene un valor de 2mil pesos la hora. ¡una tragedia! Porque al menos aquí, la vida costará unos 5mil pesos la hora – digo yo-.

Y para esta venta forzada de tiempo, hay que tener en cuenta el tiempo que no está en venta. El tiempo de estudio, el tiempo de goce, el tiempo de ocio. Y es ahí donde se forman los deseos de acción del tiempo libre. Formando separación entre la vida laboral, social, la organización y lo político. Alejando cada vez más la acción popular (en lo político) de la vida general, Recayendo a pequeñas masas, o grandes masas, pero por periodos cortos. Rara vez perdurables en el tiempo.

Y claro que ha de presentarse esta dicotomía de la “acción popular”. Porque claro, sería un lujo poder denominar así alguna acción. Y con toda su razón más allá de ser realizada por una masa “popular”. Sino que sea por gran parte de la población. Pero ahí está la dicotomía. Somos parte de la masa popular, somos la acción popular que está inmersa en la ausencia de tiempo. Somos la masa disgregada en el día a día, en la cotidianidad de nuestras vidas. Masa que se entiende trabajadora por los siempre de los siempre, pero que pareciera no identificarse con los mismos. “Los que somos, pero no somos.”

Y entre tantas horas de trabajo, si no es por el gusto mismo que podría experimentar la persona, ¿quién querría gastar tiempo valioso en la acción política, la organización o la idea? Es mucho mejor ocupar ese tiempo en el goce familiar, el capricho llenador, el divertirse, el descanso y disfrute del ocio. En el fondo, comportarse como uno mismo en libertad. Pero solo la libertad irónicamente libre. Hacer lo que nos gusta. Y no todos están dispuesto a donar ese tiempo libre a organizarse. A trabajar más fuera de su horario laboral. Son pocos los que están dispuestos a dar su tiempo. Son pocos los que están dispuestos a intercambiar sus horas libres por horas de trabajo puramente destinadas a su más profundo anhelo de libertad. De vivir la vida como desean que fuese: imaginarla y accionar para que se materialice.

También pareciera hoy en día que la vida social está muy separada de la vida política, de la organización social, del vínculo social. Se formó una costra “anti-política”. Hay un rechazo intrínseco hacia la organización. Y es que la acción política está fuera de los intereses generales, porque la acción es una y solo una. No hay una visión abierta de las posibilidades. Se vive, se ve, se percibe la acción política con los viejos estandartes. Se ve el partido político en cada organización. ¡Se nombra cada organización! ¡Toda organización recibe su nombre! ¿Y los sin nombre, ¡dónde están¡? ¿Dónde está la acción orgánica? ¿Dónde quedó el quehacer invisible, orgánico del día a día? ¿En qué momento la masa se volvió solo masa? ¿En qué momento se separó la vida personal de la acción política? ¿En qué momento separamos el espacio público de lo nuestro? ¿cómo podemos volver a captar la atención? ¿Cómo sería una nueva forma de organización? ¿Cómo hacer caso omiso al yugo económico? ¿Cómo se roba el tiempo, ¡cómo se recupera el tiempo!? ¿Cómo carajo hacemos para negar nuestra condición de obreros, de trabajadores a sueldo, para poder vivir nuestras vidas en libertad? ¿Cómo convencemos a medio mundo de dejar de pagar lo que por derecho generacional nos pertenece?

Cuando será el día en que el barrio eduque al barrio. El barrio alimente al barrio.  Cuando será el día que la gran urbe se separe y permita vivir libre sin explotación. Cuando será el día en que podamos educarnos libremente por el goce que produce. Cuando será el día en que la organización sea natural. En que nuestro día a día logre separarse de una vez por toda del yugo del mercado. … ¡ay dios mío, cuando será!

Espero sea pronto.
[1] Bursátil: Propio a la bolsa de valores. Propio de wallstreet, diría DiCaprio.

 Borges- Noviembre 2021

JAO Comunicaciones
POSTED BY
JAO Comunicaciones

Leave A Comment