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Hasta la cueca es inmigrante

Se sabe que se tocó y bailó cueca antes de que Chile se llamara Chile, incluso, cuando Chile no existía ni se extendiera desde Arica a Magallanes, cuando Chile era cruzado por el camino del Inca, poblado por la nación mapuche, que no era una sola, sino que era la conjunción de una decenas de pueblos que poblaban el sur del continente; también territorio fuertemente habitado por múltiples pueblos de la nación aymará, inca y otros varios, compuesto cada uno de ellos por su propia diversidad de grupos y pueblos diversos. Luego, la invasión. Desde barcos descendieron caballos, pestes y europeos.

El Abya Yala, como se llamaba esta tierra, cuando América no existía, fue puesto bajo el dominio de reinos del otro lado del mar; en el caso de gran parte de las tierras del sur, de España. Pero España no era una sola… es que lo españoles, así como los portugueses, eran mestizos; con antepasados romanos, griegos, cartagineses, árabes, judíos, gitanos, visígodos, nórdicos y/o africanos, siendo en aquél momento catalanes, vascos, galos y otros. Los andaluces, que llegaron en masa a lo que hoy es Chile, cruzando un océano para buscar mejores oportunidades, trajeron además de la gripe y el eucalipto, el fandango, que es el baile que inspira la coreografía de la cueca.

La música, en esa primera cueca, no era tocada por los andaluces, sino que la percutían frecuentemente los guineanos, lo dice Benjamín Vicuña M., en un texto respecto al origen de la zamacueca, pero lo dice más bonito Luis Lebert, en un video de Youtube mientras se come un caldo de pata: en Quillota se solía tocar cueca, hace mucho…antes de que Chile, fuera Chile. El Djembé, tambor africano hecho de madera y cuero, vio nacer a la cueca siendo percutido por un o una negra. Posiblemente aquella o aquél africano no venía precisamente para buscar oportunidades o el sueño americano, sino que había sido secuestrado y esclavizado, en el negocio de trata de personas que en aquellos años tenía su ruta por Chile hacia el norte.

El mapuche, que no era chileno, porque Chile no existía como tal, hacía un fueguito en la noche, para bailar purrún, mientras tocaba kultrún y pifilcas, y ese fueguito lo compartía con el primo-hermano africano y con el andaluz, y cada cual agregaba su ritmo, su instrumento, su identidad migratorios, fue hecha por migrantes. Chile no existía, Chile es nuevo, la tierra que nombramos Chile, tiene una historia más antigua que la República de Chile y está
compuesta por múltiples movimientos migratorios, como la historia de todo el mundo. Somos una especie de diásporas, de largos caminos hacia mejores horizontes, donde siempre está la opción de que en algún momento haya que migrar, pues vivir donde nacimos nos es violento e inseguro y ojalá en todos lados fuesen conscientes que incluso aquello que piensan y sienten más “patriota” o “nacional”, no es más que el resultado de la relación entre pueblos diferentes y viajeros, sincretismo cultural le dicen en la academia.

Ojala todxs tuviéramos claro que somos mestizos y la patria solo existe si juntamos las manos entre hermanos donde NINGÚN SER ES ILEGAL.
Que quede más que claro, que aunque Chilito sea solo una franja, como dice Rita Indiana: “Esta tierra da pa dos y hasta para diez!”.

JAO Comunicaciones
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