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La trampa del TPP-11

El Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico, más conocido como TPP-11, es un tratado de libre comercio de carácter extractivista, acordado entre 11 países (he ahí su nombre). Esto, con el fin de profundizar en la política neoliberal, asaltar el proceso constituyente, precarizando la vida y la salud de las personas y los ecosistemas. Pero…¿Por qué afirmamos tal cosa?

Pues, debido a que ha sido negociado a la medida de las transnacionales en un completo hermetismo (desde el gobierno de Bachelet y Piñera) entre lobistas y políticos a espaldas a la ciudadanía. Sin siquiera considerar la diversidad de existencias culturales presentes en el territorio, dejando fuera a cientos de comunidades indígena (en desmedro de lo exige el convenio 169 de la OIT para estos efectos).

Bajo esta lógica, Chile entregará una mayor protección a la inversión extranjera… Pero, ¿cómo? Bueno, proporcionando estabilidad económica a las transnacionales, es decir, entregando soberanía en términos económicos y sociales (he aquí el punto clave):

El TPP entregará facultades extraordinarias a las transnacionales para demandar a Chile en juicios internacionales arbitrarios y sistemáticamente sesgados – está comprobado que al menos en el 70% de los casos, los tribunales fallan a favor de los privados – cada vez que aquellas empresas perciban “vulneradas” sus inversiones – lo que ellos llaman “proyecciones de ganancia razonables”. Es decir, que ante cualquier cambio en la regulación (sea esta una política pública o un nuevo acuerdo constitucional) se deberá consultar o indemnizar a las empresas “afectadas”.

Si bien el TPP11 no impide explícitamente que se modifiquen normas, provee de forma implícita a los inversionistas de importantes herramientas para evitar cambios en la legislación.

Por si fuera poco, exige explícitamente en su Art.18.7 para los países firmantes el requisito de haber aprobado UPOV91 y “LEY MONSANTO” (denominada formalmente como “Ley de obtentores vegetales”, ¿La recuerdan?). Proporcionando a las empresas las facultades suficientes como para registrar bajo su nombre, semillas que históricamente han proporcionado sustento y alimento para la población, lo que afecta de sobremanera la soberanía alimentaria de los pueblos y las comunidades (sobre todo indígenas y campesinas), ya que no permitiría el guardado, traslado o intercambio libre de semillas.

Por otro lado, al ser un tratado dictado en buena parte por farmacéuticas, son éstas quienes sacan mayor tajada de esta torta, extendiendo sus patentes (monopolio) sobre los medicamentos, dificultando la creación de genéricos, y con ello, precarizando en gran medida el acceso a la salud.

Si a esto le sumamos la ley 21.200 (esto es, que la nueva constitución deberá respetar los tratados ya firmados), entenderemos la urgencia del gobierno por salvaguardar sus privilegios, los de la clase más acomodada de este país: su preciado 20%.

Finalmente, si TPP se firma los territorios perderán totalmente su autonomía y con ello, todo intento de cambio político y social, que apueste por asegurar una vida digna, por defender los ecosistemas y sus habitantes de los intereses del extractivismo.

En fin… Chile como una gran zona de sacrificio.

Colectivo Visitante – Abril 2021

 

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JAO Comunicaciones
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