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¿Por qué cuesta tanto la unidad en la izquierda?

Siempre se dice que en comparación con la derecha que bien sabe lo que tiene que defender, la izquierda no logra hacerse cargo de lo mucho que tiene por lograr. Pero, tras tantas luchas y experiencias, ¿cómo podemos explicarnos que no somos capaces de separar lo fundamental que debe unirnos de lo accesorio que nos separa? Se dice, y algo hay de cierto, que el divisionismo se alimenta del individualismo, ambiciones grupales o los comportamientos secta. De esto, por cierto, algo hay también. Por mi parte tiendo a pensar que lo que dificulta, y que incluso en momentos históricos ha impedido una acción común de estas izquierdas, ha sido nuestras incapacidades de interpretar correctamente las situaciones que enfrentamos, y por tanto, ser capaces de pensar y producir las respuestas políticas adecuadas. Hoy, quizás a diferencia de tiempos pasados en que lucíamos ciertas certezas inmutables, los nuevos procesos sociales, ambientales y políticos que golpean a la humanidad, nos obligan a intentar también conocer y reconocer estas nuevas realidades, a esforzarnos por generar colectivamente nuevas ideas y formas de accionar, para superar esquemas y categorías que ya no dan el ancho frente a estos nuevos desafíos.

Un primer paso que nos interpela con urgencia, será evitar las caricaturas que distorsionan la percepción de la realidad, avanzar desde las consignas para dotarlas de contenido, salir de la comodidad de nuestros círculos para ampliar, enriquecer y retroalimentar nuestras visiones. Además, una gran tarea es comprender, que para construir, y seguir construyendo unidad política, necesitamos tener siempre presente que en su base está en primer lugar, la unidad social del pueblo. Un pueblo conformado por una diversidad de intereses y expresiones, que no sólo se debe indagar y respetar, sino también se necesita representar para que se plasme en mayoría social. También ayudará para evitar los divisionismos, considerar la unidad política que requerimos forjar no es de alianzas temporales, sino que apunta a un compromiso con transformaciones radicales.

Estos cambios, van más allá de lo que escribamos en la nueva constitución, sobrepasa la gestión de los gobiernos que elijamos. El cambio verdadero estará en cómo gestamos y ejercemos un nuevo poder democrático, desde nuestras organizaciones y territorios, como única garantía de un nuevo país. No se trata de teoría ni academia, tampoco de dogmas ni soberbias. Se trata de aprender haciendo…

El Viejo Topo- Julio 2021

JAO Comunicaciones
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