QUÉ PASA EN EL BARRIO:

Entérate de las novedades de La Florida

El niño que perseguía el horizonte, por Mario Rayo P.

Yuyo tenía cinco años de edad cuando empezó a preocuparse por la línea del horizonte. La persiguió varias veces
pero constató que a medida que se acercaba a la línea, esta se alejaba. Le asombró en grado máximo. Se dijo voy a preguntarle a los mayores. Ellos saben todo. Se acercó a sus padres y les interrogó. Papi, mami, como se puede alcanzar la línea del horizonte. Los padres meditaron un poco, luego le contestaron en un idioma que pretendía ser francés.
-On demadais betise.
Qué quiere decir eso, preguntó Yuyo.
-El padre dijo que no pregunte huevadas

Desde ese día, Yuyo no volvió a molestar mas con sus preguntas “horizontales”. Se dedicó a investigar en sus libros
escolares sobre el extraño fenómeno. Ningún libro tenia una respuesta. Una vez lo fue a visitar su mejor amigo, Sapito. Le confidencia su preocupación.
Sapito tenía una respuesta categórica:
-La línea del horizonte no existe. Es algo imaginario.
Yuyo no aceptó la respuesta de buenas a primera, defendió su punto de vista en forma encarecida. Discutieron acaloradamente. Yuyo terminó por convencer a Sapito. Acordaron hacer un equipo, juntos, para perseguir la maldita línea del horizonte. Un día de vacaciones fueron de paseo al campo. Llevaban una pequeña canasta para guardar allí
la línea del horizonte.

Descubrieron que mientras más se acercaban, más se alejaba la famosa línea. Optaron por preguntarle a un
campesino:
-Señor. ¿Cómo se puede alcanzar la línea del horizonte?
El campesino pensó que se estaban burlando de él, decidió responderles con la misma moneda.
-¿La línea del horizonte? Sigan por este camino hasta el álamo más grande. Allí doblen a la derecha. Después suban el cerro. Cuando estén en la punta del cerro, salten al vacío. De pasadita, van a agarrar la línea del horizonte.
Yuyo y Sapito le agradecieron por tan valiosa información y partieron.
Siguieron todas las indicaciones del campesino, pero al llegar a la punta del cerro no se atrevieron a saltar.
-Estuvimos a punto de agarrar la línea, dijo Yuyo.
-Tiene que haber otro camino, dijo Sapito.
Se está oscureciendo. Volvamos mañana.

Al llegar a casa, los padres de Yuyo lo reprendieron severamente. Se había desaparecido todo el día y los había
hecho pasar un susto.
-Yo tuve la culpa, dijo hidalgamente Sapito
Yo le dije que fuéramos a buscar la línea del horizonte.
Les prohíbo que sigan hablando de esa imbecilidad. Y tú -le dijo a Sapito-, te fuiste para tu casa y no te vengas a
meter más aquí.
Al día siguiente, Yuyo se levantó muy temprano. Tomó su canastita y una gran tijera. Se fue reptando por el suelo
y, por fin, alcanzó la línea del horizonte.
Con la tijera cortó un gran trozo y lo guardó en la canastita. Luego volvió a su dormitorio y puso la línea en la
pared. La atravesaba de lado a lado. En seguida se durmió tranquilo, tenía su propia línea del horizonte.

Mario Rayo P.(1939-2019) Vecino de Jardín Alto en la calle Jerónimo de Alderete, se definía “del ‘39, hijo de escuela pública, liceo fiscal y universidad estatal, todo totalmente gratuito”. Fue publicista, redactor creativo, guionista de TV, escritor de café concert y comedias teatrales, guionista de cómic, cuentista a tiempo completo, contador de estrellas y allendista acérrimo.

 

JAO Comunicaciones
POSTED BY
JAO Comunicaciones

Leave A Comment